miércoles, septiembre 27, 2006

Los zapatistas: los peatones de la historia

(L@s zapatistas y la Otra: los peatones de la historia. III).
Tercera Parte: El día más largo del año más largo.
1.- El año del 2006 inicia en el mes de enero… del 2004.- La mediocridad de Fox como titular del ejecutivo federal y la ambición personal de su consorte, Martha Sahagún, trajeron como resultado que la disputa por la sucesión no sólo se adelantara, también que fuera con un descaro y una impudicia sin precedentes. De todas formas, las “leyes” básicas de la política de arriba estaban claras. El escenario era, y es, el de la política neoliberal. Los actores se pueden mover de un extremo a otro (de hecho, eso fue lo que hicieron), pero sin salirse del guión establecido (es decir, mantener y profundizar “las variables macroeconómicas”). La política arriba era, y es, de acceso restringido, sólo pueden estar ahí los partidos políticos y el papel del ciudadano es el de un espectador silencioso (que sólo aplaude o rechifla el día de la votación) que mira cómo se suceden los escándalos. Además, todos los “actores” (nunca como ahora queda tan bien ese apelativo) políticos deben reconocer que el terreno de los medios masivos de comunicación, es el único para su quehacer. Y en, y desde los medios se construyó el nuevo referente de la democracia moderna: las encuestas. Las encuestas se convirtieron, entonces, en la versión postmoderna del “aplausómetro”. No había allá arriba, ni hay, actor político que no acuda a ellas. Como se recordará, la lucha por la sucesión presidencial adquiere un tono más fuerte desde el inicio del 2004. Por medio de una serie de videos caseros, el otrora adalid del PRD, Carlos Ahumada, es usado por los grandes medios de comunicación para golpear a López Obrador. Personas cercanas a la administración lopezobradorista fueron vistas por millones de personas apostando en Las Vegas y cuando recibían fuertes cantidades de dinero. En una maniobra donde fue evidente la mano de la “Coyota” Diego Fernández de Cevallos, los medios de comunicación (marcadamente los electrónicos) suplieron funciones de ministerio público, consignaron, juzgaron y condenaron… con la pena mayor que hay para la clase política mexicana: la desacreditación mediática. Aunque el escándalo inició con el clan familiar del Partido Verde Ecologista, el golpe afectó principalmente al puntero en el IFE real (es decir, las encuestas): Andrés Manuel López Obrador. Éste, por su parte, para defenderse acudió al que sería su recurso más socorrido y su muletilla preferida: “es un complot”. Y lo era. Tanto la filmación como su manejo posterior, eran parte de una maniobra de golpeteo. La “pareja presidencial” estaba empezando a comprar una fobia especial: la lopezobrador-fobia, así que usó todo el aparato a su disposición y la ayuda “desinteresada” de algunos de los grandes medios de comunicación para “curarse” (hubiera sido más barato, en todos los sentidos, ir al psicoanalista, pero Doña Martha estaba dispuesta a todo por una sencilla razón: quería demostrar que ella mandaba). Sin embargo, ni López Obrador ni el PRD (ni los múltiples apologistas que le surgieron entonces) respondieron preguntas fundamentales: ¿por qué esas personas estaban aceptando sobornos y haciendo uso del erario público?, y ¿por qué ésas personas eran cercanas al perredista? Lo burdo de la maniobra mediática en contra de AMLO, impidió que se abordaran estas cuestiones. Siguió después el intento de desafuero. Fox no sólo fracasó en esto, también convirtió a López Obrador en el más firme aspirante, a nivel nacional, a la silla presidencial. 2.- Un largo, largo 3 de julio.- Si el 2006 está siendo el año más largo, el 3 de julio (el día en que se sabría quién sería el nuevo presidente) fue el día más dilatado. Un fraude ejecutado por el gobierno mexicano, y apoyado por un sector de los grandes propietarios y por algunos de los grandes medios de comunicación, impuso a Felipe Calderón Hinojosa, del Partido Acción Nacional, como presidente de México. El 3 de julio inició el día 2, a las 1500 hrs. (3 pm), y se alargó hasta el 4 de septiembre, día en que, en el Tribunal Federal Electoral, 7 personas usurparon la votación de millones de mexican@s. Con el veredicto del TRIFE (una verdadera “joya” de la estupidez jurídica: “sí hubo trampas, pero no afectan el resultado”) se llegó al punto más agudo de la crisis de la autodenominada “democracia representativa” (es decir, electoral) del sistema político mexicano. Después de millones de pesos gastados en campañas risibles; después de toda clase de discursos, spots, actos y declaraciones de los actores electorales (marcadamente de esa mafia de criminales que se llama “Instituto Federal Electoral”) sobre el valor del voto y la importancia de la participación ciudadana; después de l@s muert@s, l@s desaparecid@s, l@s pres@s, l@s golpead@s en la lucha por el legítimo derecho a la democracia; después de reformas y adecuaciones; después de la “ciudadanización” del órgano electoral; resultó que la designación del titular del ejecutivo federal no salió del mayor número de votos emitidos, sino de la decisión de 7 “jueces”. Si la concreción del fraude electoral tardó más de 2 meses se debió, en una parte importante, a las acciones de resistencia del movimiento ciudadano que encabeza, dirige y acaudilla Andrés Manuel López Obrador. Sobre el fraude, el día 3 de julio a las 2000 hrs., en el programa radial “Política de Banqueta” (del Frente del Pueblo-UNIOS, adherente a la Sexta) hicimos la denuncia y dimos el número de votos manipulados (un millón y medio). Esto provocó que desde Los Pinos se ordenara al dueño de la emisora la cancelación del programa (después supimos que el veto se extendió a todas las cadenas radiales y que, curiosamente, se “levantó” después de que el TRIFE validó la elección). La denuncia (y la posterior cancelación del programa) sólo mereció el desprecio del “lopezobradorismo ilustrado” y, más de una semana después, los líderes empezaron apenas a darse cuenta, y a denunciar, lo que había ocurrido. Lo que aquí presentamos es lo que sabemos de una parte de la historia de uno de los fraudes más torpes y sucios en la extendida vida de la clase política mexicana. La información provino de personas que, “desde dentro”, fueron testigos directos. Aunque no es posible confirmar la información (no hay grabaciones ni videos), se puede corroborar “cruzando” los datos que, aportados por diversos ciudadanos sin partido, han sido dados a conocer públicamente. Día 2 de Julio, 2006. 1500 horas.- Las encuestas de salida dan como ganador al candidato de la llamada “Coalición por el bien de todos”, Andrés Manuel López Obrador, con una ventaja de uno a uno y medio millones de votos sobre el candidato de Acción Nacional, Felipe Calderón Hinojosa. En la residencia oficial de Los Pinos, la “pareja presidencial” recibe la noticia con los rostros desencajados. Los cálculos habían fallado. Según esto, la gigantesca campaña de desprestigio en contra de López Obrador, así como las maniobras de la Lady Macbeth autóctona (Elba Esther Gordillo) para trasladar votos del PRI hacia el PAN, iban a bastar para superar a AMLO por cerca de un millón de votos. Pero el Plan “A” para imponer a Calderón estaba fallando. El Plan A.- Según los cálculos de Los Pinos, en un universo de cerca de 40 millones de electores efectivos (el 40% de abstencionismo era la expectativa de todos los actores políticos desde semanas antes de la elección), López Obrador obtendría alrededor de 15 millones de votos, y Calderón y Madrazo rondarían los 13 millones. Sin embargo, “la maestra” había prometido el “transporte” de 3 millones de votos, “expropiados” del acervo de Madrazo, hacia la cuenta del panista. El resultado iba a ser apretado: 16 millones para Calderón, no más de 15 para López Obrador (y Madrazo con 10 o menos). Con un buen manejo de medios, la “legitimidad” se conseguiría, porque sería una maniobra “limpia”, es decir, sin rastros en la votación y en las casillas. Sería una elección ejemplar, sin los “vicios” con los que el PRI había marcado los procesos electorales antes de “la era Fox”: ni “ratones locos”, ni “casillas zapatos”, ni “operación tamal”, ni robo de urnas, ni los etcéteras que debían quedar ya en el pasado. Pero las cuentas no estaban saliendo: ese 2 de julio López Obrador podría llegar hasta con 15 y medio millones, y Calderón no alcanzaría los 14 millones. Ya no había tiempo para reclutar y habilitar a los viejos “alquimistas” del PRI (además, algunos -como José Guadarrama-, estaban como candidatos del PRD). El Plan B.- Al borde de la histeria, Martha Sahagún de Fox presiona al autodenominado presidente de México, Vicente Fox Quesada, para que se ponga en contacto con “la maestra” Elba Esther Gordillo. Fox, como es su costumbre, obedece a la señora Sahagún y el “teléfono rojo” lo pone en contacto directo con la Gordillo. Ella confirma la información: López Obrador saldrá con una ventaja de alrededor de un millón de votos. “¿Qué hacemos?”, pregunta Fox. “Quiero hablar con Felipe”, responde Elba Esther. Las manecillas del reloj no han llegado a marcar la media, cuando se arma la conversación tripartita: Vicente Fox: - Maestra, Felipe ya está en la línea - Elba Esther Gordillo: - ¿Felipe? -. Felipe Calderón: - ¿Si? - Elba Esher Gordillo: - Voy a hacerte una oferta que no podrás rechazar… - Terminada la conversación telefónica, se echa a andar el Plan B: siguiendo las indicaciones de la Gordillo, el señor Fox realiza una nueva llamada, ahora al señor Ugalde, presidente del IFE. Le pide que “administre” el PREP para que vayan apareciendo, primero y en dosis adecuadas, resultados que mantengan a Felipe Calderón arriba de López Obrador (por eso los extraños y anormales comportamientos en las “curvas” de los resultados –denunciados por varios especialistas y que encontraron espacio, sobre todo, con el periodista Julio Hernández López en su columna “Astillero” del periódico mexicano La Jornada). Una nueva llamada a los grandes consorcios de comunicación acuerda el silencio sobre los resultados de las encuestas de salida. La versión que se acordó fue que no se podía dar un resultado, que había que esperar a que el IFE (¡ja!) diera los resultados. Una bribonada. Los grandes medios de comunicación habían hecho lo que querían con “las instituciones electorales” y habían impuesto (con el acuerdo de TODOS los partidos y TODOS los candidatos) la cultura de las encuestas como “modelo democrático”. No dejaba de dar risa que los señores Joaquín López Dóriga (locutor de Televisa y ministro de facto en el área de comunicación) y Javier Alatorre (locutor de Tv Azteca), así como sus “espejos” en radio y prensa, llamaran a esperar lo que resolvieran “las autoridades electorales”. En fin, todo esto tenía por objetivo conseguir algo fundamental: tiempo. “Tiempo, necesito tiempo”, habría dicho “la maestra” Elba Esther Gordillo en la parte culminante de la conversación tripartita que sostuvo con Fox y Calderón. “Denme unas horas y yo me encargo”, señaló antes de dar por terminada la plática telefónica. La Gordillo empieza entonces a activar la red telefónica (incluyendo la vía satelital) que montó para “en caso de extrema necesidad”. “La maestra” imparte órdenes a sus operadores repartidos en puntos clave de la geografía electoral. La orden es sencilla: modificar las actas. La ausencia de representantes de la llamada “Coalición por el bien de todos” en una parte estratégica de las casillas electorales ayudó mucho. L@s periodistas Gloria Leticia Díaz, y Daniel Lizárraga, del semanario mexicano Proceso (#1549. 9 julio 2006, “Las redes, un fracaso”) señalan cómo las llamadas “redes ciudadanas” complicaron la participación de la Coalición en la vigilancia de las casillas, además de la desconfianza de AMLO en la estructura del PRD y la compra-venta de vigilantes: “De acuerdo con información oficial del PRD, a esa organización paralela (se refieren a las redes ciudadanas) se destinó la mayor parte de los recursos, unos 300 millones de pesos, que fueron administrados por (Alberto) Pérez Mendoza. Fue hasta una semana antes del 2 de julio cuando López Obrador permitió que el PRD interviniera, distribuyendo las listas de representantes de casilla a dirigentes locales para coordinar la vigilancia durante los comicios. A pesar de que esta información ya era pública en el IFE, en la casa de campaña se les negaba a militantes en prevención de que las listas fueran “vendidas” al PRI o al PAN. Un perredista que recibió la lista de representantes de casilla la medianoche del viernes 30 de junio, le confía a Proceso que mientras a los militantes se les prohibió formar parte de la estructura electoral, cuando él hizo el recorrido para coordinarse con los encargados de la vigilancia de casillas, se encontró con que “en las fachadas de sus casas unos tenían propaganda del PRI o del PAN, por ello el domingo tuvimos que implementar un operativo para vigilar a nuestros representantes”. El 2 de julio, continúa, fue a buscar a los representantes que no asistieron a las casillas, y éstos le dijeron que mientras el PRD les daba 200 pesos por cuidar la elección, hubo quien les dio mil pesos por no acudir, La ausencia de representantes de casilla en todo el país promedió casi el 30 %, lo cual necesariamente debilitó las expectativas de voto de López Obrador, sobre todo en el norte y el noreste del país, zonas originalmente asignadas a Manuel Camacho Solís y Socorro Díaz. Según los registros del IFE, la coalición aseguró que en Nuevo León cubriría 90.55% de las casillas, pero en documentos internos del PRD ­a los que este semanario tuvo acceso­ consta que sólo tuvieron presencia en alrededor de 31 %.” (subrayados míos). Sí, “la maestra” sí había hecho su tarea. En su poder estaba la información detallada no sólo de la ubicación de casillas, composición del electorado y sus posibles simpatías políticas; también quiénes estaban como funcionarios y representantes en cada lugar. Es decir, sabía de “qué pie cojeaba” todo el sistema electoral. Además había “colado” incondicionales de ella en la estructura de vigilancia electoral de la Coalición. Así que ahí está la esencia del fraude. Un nuevo recuento de votos revelaría la trampa de forma nítida y transparente: en un buen número de casillas, lo que aparece en las actas no corresponde a los votos que hay en las urnas. La demanda de la Coalición por el bien de todos, y del movimiento ciudadano conducido por AMLO de “voto por voto, casilla por casilla” no sólo fue legítima y correcta, también apuntaba a develar dónde, cómo y por quién se había realizado el fraude. Y un “detallito” más: el nuevo conteo revelaría que el ganador de las elecciones presidenciales de julio había sido, y es, Andrés Manuel López Obrador. Es ésa la razón por la cual tanto Calderón, como el IFE, como los medios de comunicación cómplices en el fraude, y luego el TRIFE, se negaron rotundamente a volver a realizar el conteo. El hacerlo hubiera significado la evidencia del triunfo electoral de López Obrador, y hubiera hecho pública una larga lista de delincuentes electorales (en la que aparecería en primer término el presidente del IFE, Ugalde). Aunque una parte del cretinismo “ilustrado” del lopezobradorismo “compró” inmediatamente la versión de que había perdido la elección, y se lanzó en Santa Cruzada a buscar a los responsables de la derrota (algun@s de ell@s: Marcos, el EZLN, y La Otra Campaña), la verdad es que: a).- López Obrador ganó las elecciones presidenciales el 2 de julio del 2006. b).- La presidencia y el IFE le hicieron un fraude. c).- Algunos de los grandes medios de comunicación manipularon todo el proceso. d).- Las encuestas se hicieron para engañarlos. Las encuestas no “miden” la opinión pública, sino que la “crean”. e).- Sus organismos partidarios y redes ciudadanas fueron ineficaces, se confrontaron entre sí y algun@s se corrompieron. 3.- Otras mentiras.- Durante los días posteriores a la elección, desde los ámbitos más diversos y más encontrados, se trató de convertir una mentira en verdad: las elecciones del 2 de julio del 2006 fueron las más concurridas y se abatió la abstención. Pero no es sino una gran falsedad (casi tan grande como la que afirma que Fecal ganó la elección). Desde 1994 la caída en la participación electoral ha sido constante. Simplemente destaquemos tres cosas: mientras que el padrón electoral tuvo un crecimiento -de 1994 al 2006- de 26 millones, el número de votantes solamente creció en 6 millones, es decir solamente el 23 por ciento de los mexicanos que se incorporaron al padrón electoral desde 94 votaron en el 2006. Por otro lado, la abstención pasó de 22 % en 1994, a 36 % en el 2000, y llegó cuando menos a 41.5 % en el 2006. Además, las votaciones a la presidencia han ido a la baja: Zedillo sacó poco más de 1 millón más que Fox, y arriba de 2 millones de votos más que los que le ponen a Calderón (siendo que el padrón para la reciente elección era 76 por ciento más grande que el de 1994). La abstención real (incluyendo los votos anulados) fue de más de 30 millones de ciudadanos, y la suma de los votos que se le dan a Fecal y a AMLO no alcanza esa cifra. 4.- ¿Por qué el fraude?.- Entendido el cómo, dónde y quién realizó el fraude electoral, sigue pendiente la respuesta al “¿por qué?”. Si, como decimos l@s zapatistas, AMLO era la “mejor” opción (“el menos malo” según los cretinos ilustrados) para darle continuidad a la política neoliberal y hubiera concretado con legitimidad (y hasta apoyo “crítico” de intelectuales) las privatizaciones del petróleo, la electricidad y los recursos naturales (vía la coinversión); Si la diferencia entre AMLO y Fecal no se ubicaba entre dos proyectos de Nación, en tanto que ambos defendían las bases fundacionales del proyecto neoliberal (a saber, Tratado de Libre Comercio, privatizaciones, un México maquilador, autonomía del Banco de México, pago puntual de la deuda externa y de la interna, México como punto de paso para los grandes mercados del mundo -la propuesta lopezobradorista contemplaba el proyecto transítsmico, el tren bala y terminar la carretera siglo XXI-); Si tampoco había diferencia en la relación que establecían entre la sociedad y la política (a saber: el quehacer político es sólo de la clase política); Si todo esto era así, ¿por qué entonces los de arriba optaron por Calderón? Los presupuestos de esta pregunta no son producto de nuestro “infantilismo radical”. Entrevistado por Elena Poniatowska, Andrés Manuel López Obrador la respondía así: E.P.:- Andrés Manuel, creo sinceramente que los empresarios no deberían tenerte miedo, porque de llegar a la Presidencia no los afectarías -. AMLO: -No, no lo haría. Se cerraron por la campaña del miedo, se dejaron achatarrar y se creyeron toda la leyenda negra, y ahora se han metido en un conflicto -. E.P: -¿De llegar tú a la Presidencia, les quitarías algo? -. AMLO: -No, lo dije muchas veces en la plaza pública; dije que yo no odio, que no es mi fuerte la venganza -. E.P.:-¿Cómo es posible que no se den cuenta que ningún país puede salir adelante con una inmensa masa sin capacidad adquisitiva? - AMLO: -No se dan cuenta porque además no son capaces de entender que no se puede lograr la gobernabilidad del país, que no es posible garantizar la tranquilidad, la paz social, la seguridad pública en un mar, un océano de desigualdad, que no se va a lograr estabilidad política, social, económica, financiera, mientras siga habiendo esta situación de injusticia, de abandono, de atraso, de pobreza para la mayoría de la gente. Son muy atrasados, muy retrógradas -. En resumen, López Obrador les ofrecía a los capitalistas tres cosas fundamentales: a).- El ascenso de un gobierno que no se apropiara de una parte tan grande del excedente social. La corrupción seguiría, pero con niveles de autocontrol mucho más desarrollados (y con menos exposición a las cámaras de video). b).- La capacidad de control social que sería la base y garantía de la inversión de capital. Un ejemplo: la idea del transítsmico existía desde la época en que el llamado “Plan Puebla Panamá” era un papel que rodaba, de oficina en oficina y de universidad en universidad. Desde luego la realización de ese proyecto (que busca rediseñar la geografía nacional por medio de un corrimiento de las fronteras), no pudo ser implementada ni por el PRI ni por el PAN. AMLO estaba confiado en que tendría el consenso social para llevar a cabo este proyecto (que, no está por demás decirlo, arrasaría con las poblaciones indígenas de la región). c).- La reconstrucción del poder estatal, lo que permitiría la reconformación de la clase política de modo que ya no pensara sólo en su interés personal, sino que fuera el instrumento para construir un proyecto a más largo plazo, siempre en los marcos del neoliberalismo. Es decir, AMLO les prometió un Estado fuerte, gobernabilidad, tranquilidad, paz social, seguridad pública y estabilidad. O sea lo que necesita el capital para prosperar. ¿Por qué entonces los grandes propietarios no “agarraron” la oferta de López Obrador? “Se dejaron achatarrar y se creyeron toda la leyenda negra”, responde AMLO (bueno, los grandes empresarios no fueron los únicos que se creyeron “la leyenda negra” de que López Obrador era de izquierda; también algunas organizaciones políticas de izquierda, organizaciones sociales e intelectuales). Sí, AMLO tiene razón en su respuesta: fue porque se creyeron que era de izquierda… pero anticapitalista Pero no sólo por eso. Aquí avanzamos “otros” intentos de respuesta, siempre según nuestro pensamiento como zapatistas: Primero.- El negocio del Poder. La política en el México de arriba deja muchas ganancias (sólo hay que invertir en un partido político), y el proceso de privatización de las dos perlas del viejo Estado mexicano (el petróleo y la electricidad), dejará una millonada para los que la autoricen. Si se dice que solamente PEMEX cuesta 250 mil millones de dólares, podremos entender lo que se embolsará el que administre la venta. Así, la lucha por la presidencia es, sobre todo, la lucha por un negocio muy lucrativo. Segundo.- El poder real del Narcotráfico. Las privatizaciones no son el único negocio para los políticos (presidente, secretarios de Estado, gobernadores, presidentes municipales, diputados y senadores), también está lo que se conoce como “administración del narcotráfico” que consiste en favorecer a uno de los cárteles. En la “era” Fox, se puede decir que el cartel del Chapo Guzmán fue el consentido del sexenio. Toda la estructura del Estado: ejército, policía federal, sistema judicial (con jueces y directores de penales incluidos), fue puesta al servicio de este cartel en su lucha contra los otros. Esta relación fue establecida no sólo por este grupo, sino que lograron incorporar a sectores perredistas que, habiendo ganado gubernaturas, inmediatamente entraron al aro de la negociación con ese cartel, tal es el caso de los gobernadores de Michoacán y de Guerrero. De esta manera, mucho más que en la época del PRI, la clase política forma parte del crimen organizado. La Presidencia de la República vale también, pues, porque cuando un grupo político llega al Poder que “administra” el aparato judicial, llega también de la mano de alguno de los cárteles de la droga. Pero, a pesar de las ventajas que les prometió AMLO a los dueños del dinero, al final la decisión no se inclinó por la opción que se estaba imponiendo en toda América Latina (con el paso de los proyectos neoliberales a las manos de gobiernos de “izquierda” que garantizan la “lubricación” de la barbarie capitalista). La estrechez de mira de la mayoría de la clase política, y de lo principal de la burguesía asociada, los llevó a elegir el conocido sendero de lo ya experimentado, provocando así la peor crisis de dominio de los últimos años. Muy arriba, entre los que mandan realmente, se decidió imponer a Calderón sin importar lo que se vendría encima. 5.- Los partidos políticos.- El 2 de julio demostró que los partidos políticos han dejado de existir, ya sea por el proceso de asimilación de la clase política al crimen organizado, ya sea por que no son más que el paraguas electoral de tal o cual caudillo, o de tal o cual dueño de franquicia. En las fuerzas políticas de arriba no existen ya ninguna de las características de lo que eran los partidos políticos. Ahora difícilmente son algo más que el “cóctel” donde se mezclan empresarios corruptos y criminales con o sin cuello blanco. ¿El programa, los principios, los estatutos? ¡Vamos!, eso es para radicales infantiles y “ultras”. Pero la crisis no se quedó en el terreno de las instituciones sino que llegó al sostén de las pamplinas de la democracia “moderna”: la democracia representativa, es decir, la democracia burguesa. La crisis del Estado nacional va ya de la mano de la crisis de la democracia representativa y con ella, de la de los partidos políticos. Pero veamos cómo quedan las diferentes opciones políticas de arriba: PRI.- En el lado del PRI, se trabajó bajo la ilusión de que su viejo voto corporativo iba a expresarse en las urnas el 2 de julio. Sus triunfos electorales en las elecciones estatales del 2005 le permitieron trabajar la variable de que, más allá de las encuestas y de lo repulsivo de la candidatura de Madrazo, su voto duro les permitiría ganar la presidencia. Pero les faltó tomar en cuenta a “la maestra” Elba Esther Gordillo. Por otro lado, el desgaste de la vieja estructura corporativa del PRI es más profundo de lo que suponían. Las viejas centrales obreras, cada vez más disminuidas y cada vez más inoperantes, se dividieron cuando la dirección de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) decidió apoyar a AMLO. De esta manera el PRI, y con él toda esa vieja estructura corporativa, entra en una profunda crisis sin que en su lugar se hayan creado nuevas estructuras de control burocrático. Las nuevas centrales como la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), de vieja extracción priísta, decidió apoyar a AMLO con la convicción y la promesa de constituirse como el nuevo organismo de control burocrático. Se ofrece así el surgimiento de un nuevo tipo de corporativismo, bajo la ideología de la “nueva cultura laboral”, muy vinculado a los patrones. Esta situación en el PRI marca una de las características esenciales de la presente crisis: los viejos mecanismos de control no tan sólo son inoperantes sino, sobre todo, son onerosos. Tantos años de dominación priísta provocan un doble efecto: primero, que el PRI sea incapaz de regenerarse; y, segundo, que el PRI se convierta en el “ideal” a alcanzar como partido de Estado. Por eso, tanto en el PAN, como en el PRD y los partidos “bonsái”, abundan los “expriístas”. PAN.- En el Partido Acción Nacional se le dieron las últimas paletadas de tierra a la tumba que les abrió Vicente Fox. El partido sólo fue una pantalla que le sirvió a la presidencia (para ser más precisos: a Martha Sahagún), para implementar el fraude, no tan sólo el del 2 de julio, sino el de todo el proceso electoral previo: la relación con las casas encuestadoras; la alianza con los medios masivos de comunicación; la organización de todo un equipo de empresarios y de organismos empresariales para llevar a cabo una guerra mediática contra AMLO; la alianza (que luego sería una relación de subordinación) con Elba Esther Gordillo; la obtención de recursos producto de la protección, en este sexenio, al cartel de la droga del Chapo Guzmán; etc. El PAN sufrió un proceso de transformación definitiva: el viejo partido democrático-conservador, que jugó un cierto papel en la lucha en contra del sistema de partido único dejó de existir de manera definitiva. Si el PAN ya había sido bastante golpeado con la llegada de los “bárbaros del norte”, este proceso se agudizó con la llegada de “la pareja presidencial”. Este hecho hizo que el PAN perdiera toda identidad y se convirtiera en un PRI azulado, en especial en lo que se refiere a la utilización patrimonial del aparato del Estado en su beneficio, los vínculos con el crimen organizado, y la habilitación de funcionarios que cobran por no hacer su trabajo (las semejanzas entre Luis H. Álvarez, “comisionado de paz” foxista, y Emilio Rabasa, que lo fue de Zedillo, son más de una). En paralelo una organización secreta de ultra derecha: “el Yunque”, ha tomado el control de la dirigencia de ese partido. Si bien es claro el carácter fascista de esta organización, es indudable que la derecha no es una e indivisible (véanse los libros que sobre esta organización clandestina ha escrito el periodista Álvaro Delgado). La candidata presidencial del Yunque era, primero, Martha Sahagún; después fue Santiago Creel. El triunfo de Fecal en la disputa por la candidatura panista, obligó al Yunque a reacomodarse y ahora puja por tener con Fecal los mismos privilegios que tuvo con Fox. Hasta ahora, el PAN ha sido incapaz de encontrar los mecanismos para construir una forma de dominación social estable y a largo plazo (que es lo que necesita el capital para “invertir”). Si los panistas no tienen la menor idea de lo que es una política de masas, el equipo de Fecal está peor aún. Por eso, Elba Esther Gordillo será la nueva ideóloga-operadora-dirigente. Sí, una priísta dirigirá, en los hechos, al PAN. Los partidos enanos.- El PANAL y el PASC fueron dos partidos hechos a modo para la coyuntura electoral. Su actuación evidencia el verdadero objetivo de la actual ley electoral: el mismo poder decide quienes serán sus “rivales”. No existe en el terreno de la legalidad realmente existente, ninguna posibilidad de crear un partido político auténtico que entre a la disputa política con independencia y autonomía. La vía electoral es ahora una ruta cerrada para la lucha honesta. PRD-PT-Convergencia.- Hasta antes del 2 de julio, la Coalición por el bien de todos se regodeó en el triunfo… sin tenerlo todavía. Los intelectuales que hoy dan gritos histéricos por la llegada de la ultraderecha al gobierno, se limitaron a repetirnos la consigna de “sonríe, vamos a ganar”, y es público que el día 1 de julio, el equipo lopezobradorista ya se repartía los “huesos”. Pero después hablaremos más sobre la Coalición, el movimiento de resistencia al fraude y la CND lopezobradorista. 6.- ¿Y abajo?.- Bueno, abajo es otra cosa… (Continuará…)
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General delEjército Zapatista de Liberación Nacional.Comisión Sexta.



(L@s zapatistas y la Otra: los peatones de la historia. IV).
Cuarta Parte: Dos peatones en caminos distintos…y con destinos diferentes.
1.- Los “modos” de un dirigente.- El rechazo de la “pareja presidencial” hacia López Obrador fue creciendo a la par de la candidatura del tabasqueño. Con sus conferencias mañaneras (y la amplia cobertura que le brindaban los grandes medios de comunicación ­hoy enemigos declarados del perredista­), el jefe de gobierno de la Ciudad de México le iba marcando la agenda a Los Pinos… y al resto de la clase política. Aunque uno estuviera en el rincón más apartado del país, sabía lo que había dicho Fox (bueno, cuando lograba articular algo comprensible), lo que había dicho AMLO, y, a lo largo del día, cómo se pronunciaba el resto del elenco de la política mexicana sobre lo dicho… por el gobernante del DF. Para Fox eso no parecía representar mayor problema… por un tiempo. En un programa televisivo, López Obrador se decía desconcertado por la repentina animadversión del “señor presidente” (recuerden aquello de “hay que cuidar la investidura presidencial”). “Si era mi amigo, no sé qué le pasó”, dijo entonces AMLO. Bueno, lo que pasó es que la “investidura presidencial” era ya de una pareja: la formada por Vicente Fox y Martha Sahagún. Y “la señora Martha”, como le dice su marido, quería y quiere ser, no la señora del presidente, sino “la señora presidenta”. Si suena a nombre de obra de teatro, no es accidental. En la comedia que se representaba día a día en Los Pinos, la señora Sahagún tenía siempre el papel estelar (aunque no siempre el más afortunado, no hay que ser exigentes). Doña Martha arrancó su larga, y por ahora, truncada carrera a la silla presidencial desde muy temprano. Precisamente cuando sólo López Obrador aparecía en el escenario como el más fuerte aspirante. Pero, mientras se iba deshaciendo de los personajes incómodos (para ella) del gabinete y del círculo cercano a Fox, Martha veía con desesperación que AMLO se mantenía. No se necesitaba mucho seso (y de por sí no lo tienen) para darse cuenta de quién sería el rival de la señora Martha en caso de que ella fuera la candidata de Acción Nacional. La maniobra de los “videoescándalos” fue el primer indicio de un combate en serio para tratar de sacar a AMLO de la carrera presidencial. El combate pasó a la categoría de batalla con el intento de desafuero. Si en los videos se veía la mano del gobierno de Fox, en lo del desafuero el descaro fue total. Una movilización ciudadana creciente (que López Obrador desactivó) le propinó a Fox una derrota aplastante. Pero en política no hay batallas finales. Mientras tanto, López Obrador se iba construyendo una candidatura, es decir, una imagen. Claro que para lograrla no bastaba el balcón privilegiado del gobierno de la Ciudad de México, en el PRD seguía pesando todavía mucho la figura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Pero el gobierno del DF no era sólo la posibilidad de acceder a los reflectores mediáticos, también era dinero, mucho dinero. Y esa tonada tiene mucho “rating” entre la clase política en su conjunto, y ni se diga en la dirección perredista. Con discreta habilidad, AMLO se fue “ganando” las simpatías (y el control) del aparato del Partido de la Revolución Democrática… y de un importante sector de intelectuales, artistas y científicos. Para el primero, presupuesto. Para los segundos, interlocución y atenciones especiales. En resumen, todo iba bien. Fue entonces que algunos medios informativos soltaron un anzuelo que el lopezobradorismo se tragó con singular alegría: las primeras encuestas. Como en ellas aparecía con una escandalosa ventaja sobre el resto de los suspirantes, AMLO les dio credibilidad y las avaló. Consentido y adulado por la prensa en ese entonces, López Obrador olvidó una ley básica del pantanoso terreno de los medios: lo fugaz e instantáneo. Los medios hacen héroes (“y heroínas”, agrega Martita entusiasmada ­si el diminutivo lleva “h”, ahí les encargo­) y villanos (“y villanas”, completa Elba Esther Gordillo) no sólo en las telenovelas, también en el escenario político. Pero como l@s hacen, l@s deshacen. El “maduro”, “prudente” y “responsable” jefe de gobierno de un principio, se convertiría después en el político “irresponsable”, “mesiánico” y “provocador”; y las encuestas que lo daban arriba, después lo pondrían abajo. En la movilización contra el desafuero, se vio el primer indicador del “modo” de López Obrador. Aunque era evidente que no pocos de los que se movilizaron lo hacían contra la injusticia, y no porque lo apoyaran, AMLO usó ese movimiento para arrancar en forma abierta su carrera a la presidencia de México. Cuando la movilización se empezaba a convertir en movimiento (en algunos grupos empezó la inquietud de plantear problemas profundos como el lugar de la ciencia, el arte, la cultura, y, sobre todo, el del quehacer político) y el gobierno de Fox reculó, López Obrador mandó a la gente a su casa. El objetivo: detener el desafuero y poner a AMLO en la parte más alta de la ola, se había conseguido y él se había comprometido a detener las movilizaciones. Así lo hizo. El mensaje de López Obrador hacia el resto de la clase política (de la que él forma parte, no olvidarlo) y los señores (y señoras) del dinero había sido claro: “tengo no sólo la capacidad de convocar a una gran movilización, también de dirigirla, controlarla, dosificarla… y detenerla”. 2.- L@s intelectuales de AMLO.- En una parte del medio intelectual progresista empezó, desde entonces, a surgir lo que conocemos como el lopezobradorismo ilustrado. Esta tendencia iniciaría la construcción de una nueva clasificación para ubicar a quienes se movían o se asomaran al México político; el cual, a saber, se divide en dos: los buenos (los que están con AMLO ­o sea los “simpáticos” y “populares”­) y los malos (los que no están con AMLO ­o sea los “envidiosos”, según Elenita­). Cualquier crítica o cuestionamiento a López Obrador, así fuera tibio y quedo, era catalogado como un complot de la reacción, de Carlos Salinas de Gortari, de las fuerzas oscuras de la ultraderecha, del Yunque, de un conservadurismo embozado. Cuando ahora son un poco “tolerantes”, las críticas al lopezobradorismo se tachan de “sectarias”, “marginales”, “ultras”, “infantiles”. Con un empecinamiento digno de mejor causa, este sector fue construyendo un pensamiento sectario, intolerante, déspota y ruin. Y lo hizo con tal eficacia que este pensamiento es el que guió a “los espejos” intelectuales de López Obrador en la campaña electoral, después en el movimiento de resistencia al fraude y, ahora, en la CND de AMLO. Cuando el periódico mexicano La Jornada, cabeceó una de sus ediciones de agosto del 2005 (en ocasión de la primera reunión preparatoria de La Otra): “o están con nosotros o están en contra de nosotros” (algo así), se equivocó y no. La frase no fue dicha por Marcos. Pero fue y es dicha desde entonces por el lopezobradorismo ilustrado. Este pensamiento (que empezó a consolidarse al pasar por alto el apoyo del PRD a la contrarreforma indígena) alentaría el cerrar ojos y oídos cuando los perredistas de Zinacantán, en Los Altos de Chiapas, atacaron a bases de apoyo zapatistas; y permitiría que los asesinatos de la defensora de los derechos humanos, Digna Ochoa y Plácido, así como el del joven estudiante Pável González, fueran manejados por el gobierno perredista del DF con una ruindad que luego se convertiría en rutina. En los casos de Digna y Pável, frente al crimen agregado de humillar la muerte de luchador@s sociales, voces honestas guardaron silencio… “para no hacerle el juego a la derecha”. El lopezobradorismo ilustrado tuvo entonces su primer triunfo, ilegítimo como todos los que ha obtenido hasta ahora. Si los simpatizantes, militantes y directivos del PRD, este sector de intelectuales y el mismo AMLO, guardaron entonces silencio, era de esperar que nada dijeran cuando los asesinos de militantes perredistas ocuparan candidaturas bajo la bandera amarillo y negra. Así fue. Cuando alguien calla ante algo así, calla ante lo que sea. El fantasma del “innombrable”, Carlos Salinas de Gortari, acechaba por todas partes y todo se valía para enfrentarlo. Todo, hasta reciclar a los salinistas discontinuados… en el PRD y en el círculo cercano a López Obrador. Con esa modalidad autóctona del “pensamiento único”, vino un nuevo sistema de evaluación, una nueva balanza para medir: una misma cosa tenía una valoración diferente dependiendo quién la hiciera o propusiera. Si la hacía o proponía AMLO o un@ de sus simpatizantes, entonces el acto o proyecto adquiría todas las virtudes imaginables; pero si era alguien que criticara a López Obrador, entonces era un proyecto de las “fuerzas oscuras” de la ultraderecha. Cuando señalamos (en “La Imposible Geometría del Poder”) que el proyecto de AMLO era salinista, l@s intelectuales pusieron el grito en el cielo (todavía están allá arriba, histéric@s), pero cuando el encargado del plan económico lopezobradorista (el señor Ramírez de la O, asesor de política económica ­y, para algunos, el que sería el secretario de Hacienda si AMLO llegaba a la presidencia­) declaró, unos días antes de las elecciones, que su propuesta era el “liberalismo social”, similar al de Carlos Salinas de Gortari, es@s intelectuales voltearon para otro lado. A todo esto, la derecha realmente existente seguía tan campante. Algunos de sus pensamientos y propuestas estaban ya en el entorno perredista: el “malvado” (y malogrado) Plan Puebla Panamá de Vicente Fox encontraría su “purificación” en el Proyecto Transítsmico de AMLO; la aprobación de la llamada “ley Televisa” por la bancada perredista en la cámara baja fue otro “error táctico”; las leyes menores y reglamentos, aprobadas también por ese partido, que le dieron legalidad al despojo de tierras indias no eran “tan graves”; la relación promiscua entre López Obrador y el empresario Carlos Slim era “política de altura”; la privatización del Centro Histórico de la Ciudad de México era “modernidad”; la colosal inversión en un segundo piso del periférico que comunica con una de las zonas más ricas del DF, al mismo tiempo que bajaba la inversión en transporte público, era un ejemplo de “buen gobierno” (y no una omisión en aquello de “primero los pobres”); el golpeteo al movimiento urbano popular era “poner orden”… y el caudillismo que se gestaba y cultivaba era… “el surgimiento de un nuevo liderazgo”. Sin ningún indicio siquiera de que lo fuera, se decretó que López Obrador era de izquierda porque… porque… bueno, porque él lo dijo (bueno, a veces, a veces no, depende de a quién se lo dijera). En el calendario se llegó al 3 y 4 de mayo, y la muerte y el dolor llegaron a San Salvador Atenco y Texcoco, en el Estado de México. Las encuestas dijeron que había que apoyar la represión o quedarse callados. Fecal dijo que bien, que magnífico, que eso era lo que había qué hacer. Igual un Madrazo cada vez más débil. Por el lado de la “izquierda”, la bancada perredista en el congreso mexiquense aplaudió la actuación de la policía y apoyó a Peña Nieto. Por su parte, López Obrador… guardó silencio. Atenco sería útil si servía para influir en las elecciones, pero las “mediciones” en los medios señalaron que no. El lopezobradorismo ilustrado se quejó levemente, sin convicción alguna, y a lo que sigue. Se olvidó también que, durante todo el trayecto de su candidatura, AMLO se esforzó por ser agradable al sector empresarial. Si se revisan los discursos y declaraciones de su precampaña y campaña electoral, no tienen nada que ver con los que ha emitido después del 2 de julio. Una y otra vez les insistía a los políticos: “no va a haber venganza”. Y al sector empresarial le decía, textualmente: “no me tengan miedo”. Es decir: “no voy a afectar sus propiedades, ni sus niveles de ganancia, ni los usos y costumbres de la clase política”. Para no ver eso, se necesitaba una miopía muy grave. Pero para verlo y luego quedarse callado, se necesitaba un cinismo que no dejará de asombrarnos. Tiempo después, ya en la movilización contra el fraude, López Obrador dijo, en el Zócalo de la Ciudad de México, que con el triunfo de Juan Sabines en Chiapas se había detenido ¡el avance de la derecha! Que AMLO promoviera la balanza ésa que “purifica” (y hace de izquierda) a quienes lo apoyan, vaya y pase, después de todo él la creó. Pero que el lopezobradorismo ilustrado aplaudiera entusiasmado una estupidez de esa envergadura, era incomprensible… o una muestra palpable del grado de cretinismo alcanzado. El “detener el avance de la derecha en Chiapas” había significado reciclar al Croquetas Albores y al finquero autor de aquella famosa frase de “en Chiapas vale más un pollo que un indio” (Constantino Kanter). Quien se traga eso, se traga todo. Y si algo abunda en el lopezbradorismo ilustrado, son las ruedas de molino de ese tamaño. En este “sano” ambiente de discusión y “alto” nivel de análisis, se llegó al primer día de julio con el lopezbradorismo ilustrado enarbolando no un programa progresista de participación ciudadana (es decir, pelearle a los partidos el terreno del quehacer político), o una propuesta novedosa en el arte, la cultura y las ciencias, sino una consigna llena de soberbia y altanería: “sonríe, vamos a ganar”. No, no llamaron a detener a la derecha (claro, ahora van a decir que sí lo hicieron). Llamaron a prepararse a celebrar el triunfo (eso sí, con mesura y madurez). ¡Ah! Iba a ser todo tan fácil, tan sin movilizaciones, tan sin represión, tan sin choques, tan sin confrontaciones políticas e ideológicas, tan sin debate, tan sin pugnas internas, tan en paz, tan en calma, tan estable, tan equilibrado, tan sin radicalismo, tan sin fuga de capitales, tan sin caída en la Bolsa de Valores, tan sin presiones internacionales, tan sin que nadie se diera cuenta, tan sin lucha de clases, tan- tan. ¿La represión? Bueno, para padecerla estaba La Otra Campaña, Atenco, l@s, es@s sí, “nac@s” y “vulgares”. Y nada de bloqueos de calles principales, así fuera por la legítima demanda de la libertad y la justicia para l@s pres@s de Atenco. Cuando La Otra bloqueó calles en solidaridad con nuestr@s compañer@s, la policía del DF arremetió para “garantizar el libre tránsito”. Decenas de jóven@s, estudiantes de la ENAH y del CCH Sur en su mayoría, fueron golpeados y gaseados en el periférico sur, y fueron perseguidos hasta dentro mismo de las instalaciones de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. El lopezobradorismo ilustrado dijo que bien, que bravo, que la calle, que los autos, que el bando número 13 (expedido por AMLO cuando fue jefe de gobierno), que la libre circulación, que los “ultras”, que el orden, que la estabilidad. Después de todo, eran sólo un@s chamac@s (y probablemente no votarían o ni siquiera tenían credencial de elector). O sea que, como dirían Alaska y Thalía, “a quién le importa”. Tiempo después, la movilización en contra del fraude bloqueó, haciendo uso del legítimo derecho a la libre expresión, la avenida Reforma (creo que así se llama). Cuando los empresarios y la “gente bien” protestaron (pese a los apoyos fiscales) y pidieron la cabeza del jefe de gobierno del DF, Elenita Poniatowska entrevistó al asediado Alejandro Encinas. Él declaró que debía respetar y proteger la libertad de manifestación. Tal vez conmovida por los sufrimientos de Encinas, Elenita “olvidó” preguntarle por qué las libertades valían y eran respetadas cuando se trataba de los simpatizantes de AMLO y no cuando se trataba de La Otra, o del movimiento de rechazados de educación superior, o de los movimientos que recurren a esas acciones para hacerse ver y escuchar. En el “olvido” de entrevistado y entrevistadora se escuchó claramente: “hay una ley para un@s (l@s que están conmigo) y otra para l@s otr@s (quienes no me apoyan-siguen-obedecen)”. Pero la noche del 1 de julio, el lopezbradorismo ilustrado soñó que, con sólo acudir a una urna, el país cambiaría. Y ell@s soportarían con modestia, faltaba más, las muestras de agradecimiento del pobrerío (“mira mija, ahí va el doctor, él le dio clases al señor presidente y a su hijo; y allá van ésos que vimos en el templete, salúdalos porque son los que dirigieron nuestra liberación”), de los indios (de l@s zapatistas no, porque es sabido que son un@s desagradecid@s), de los obreros, de los campesinos, de las mujeres, de l@s jóven@s, de l@s ancian@s, de México pues. Y en el extranjero habría conferencias y mesas redondas. Y el lopezobradorismo ilustrado, eso sí, con modestia y mesura, contaría lo que hizo por México… manque sólo hayan estado arriba del estrado. Pero llegó el 2 de julio y, con él, la Gordillo. Y con ella,… el fraude. 3.- La movilización contra el fraude.- Pero, después del desconcierto inicial y de que ya estaba listo el cadalso para aniquilar a Marcos, al EZLN, a La Otra Campaña, y a quienes se resistían a ser “purificados”, est@s intelectuales se dieron cuenta de que pasó lo que pasó. AMLO demostró, una vez más, que es más intuitivo e inteligente que el lopezobradorismo ilustrado. Supo medir bien que una movilización en contra del fraude dependía de lo que él dijera e hiciera,… y dijo e hizo. Se levantó entonces una movilización popular, auténtica, legítima y justa: la movilización contra el fraude y, por consiguiente, contra la imposición de Felipe Calderón. Se ha dicho que la movilización no fue ni es lo que se dice. Se habla de acarreos, de la descarada e impertinente intromisión del gobierno del DF y de la estructura del PRD, de que no eran ni son tantos como dicen que son. Puede ser. Lo que no tiene duda, al menos para nosotr@s l@s zapatistas, es que había y hay ahí, en esa movilización, personas honestas que estuvieron y están ahí por convicción y principios. Ellas merecen y tienen nuestro respeto, pero su camino lleva a un lado al que nosotr@s no queremos ir. No compartimos con ell@s ni el camino ni el destino. Y nuestra forma de respetarl@s es no meternos en su movilización, ni para disputarle a AMLO el liderazgo indiscutible que ahí tiene, ni para sabotear, ni por oportunismo, ni para “desengañar” a las masas (que son algunos de los argumentos y razones de organizaciones y grupos para estar ahí, aunque no están de acuerdo en la conducción de la movilización). Las personas honestas que hay ahí, lo sabemos, piensan que es posible que la movilización se convierta en movimiento (con la CND), y que no dependa de un líder y de la estructura de control que se impuso a l@s convencionistas. Puede ser. Nosotr@s pensamos que no, y además pensamos que no sería ético “montarnos” o “aprovecharnos” de una movilización por la que no hemos hecho nada, como no sea mantener un escepticismo crítico. Ahora bien, sobre la movilización contra el fraude y el intento de convertirlo en movimiento con la CND, decimos lo siguiente: 1.- La “conciencia” de AMLO respecto a la ilegitimidad de las instituciones aparece porque se desconoció su triunfo con un fraude. Otra cosa sería si se hubiera reconocido que ganó la presidencia. 2.- La Convención Nacional Democrática no estaba en el pensamiento lopezobradorista al arranque de su movilización. Si así hubiera sido, el plantón se hubiera aprovechado para analizar, discutir y debatir las diferentes propuestas que luego se votaron por aclamación el 16 de septiembre del 2006. La CND fue y es una forma de darle salida al plantón, y una forma legítima de empezar a construir un movimiento para llegar a la presidencia en el 2012… o antes, si se consigue la caída de Fecal. 3.- En la CND se impuso una dirección que, más que conducir el movimiento, se propone controlarlo. No hay ahí el mínimo germen de participación democrática en las discusiones y en la toma de decisiones, mucho menos de autoorganización. Esa dirección tiene sus propios intereses y compromisos (aunque la CND acordó el boicot a algunas empresas y productos, algunos de sus dirigentes declararon que no lo cumplirían ­véase lo que Federico Arreola escribió en Milenio Diario, al día siguiente de la CND­). 4.- El movimiento en formación del lopezobradorismo no apunta a una crisis de las instituciones (las que fraguaron y perpetraron el fraude). Si así fuera, se hubiera decidido que ninguno aceptara los cargos que obtuvo en las elecciones, lo que sí hubiera provocado una ruptura difícil de manejar. La CND no apunta hacia su autonomía e independencia. Por el contrario, sigue sujeta a la vieja clase política (hoy convertida a la “izquierda”). 5.- La mayoría, no tod@s, de quienes están en la dirección de la CND brillan por su corrupción, oportunismo y tendencia a la transa. Si, por un lado, se mandan “al diablo” las instituciones fraudulentas, por el otro se participa (dineros incluidos) en ellas. Las negociaciones están a la orden del día y faltan por venir algunas importantes: el presupuesto federal y el de la Ciudad de México. 6.- El lopezobradorismo ilustrado está dirigiendo sus ataques ahora hacia sí mismo, hacia quienes sí apoyaron a AMLO pero ahora lo critican. Las descalificaciones internas y purgas irán creciendo. 7.- La movilización tuvo y tiene destellos y brillos indudables: por ejemplo, la creatividad e ingenio en las acciones de denuncia contra algunas de las empresas cómplices del fraude (bancos, Wall Mart, etcétera); la participación convencida de gente de abajo; la justa y legítima rabia en contra de la prepotencia del PAN y del gobierno de Fox, así como contra el insultante desprecio que algunos medios de comunicación electrónica (Televisa, TV Azteca y las grandes cadenas radiales) dispensan a quienes participaron y participan en la movilización. 4.- Abajo… Y, mientras tanto, en el México de abajo… La gente honesta.- Abajo se encuentra la mayor parte de los que se movilizaron en contra del fraude electoral. Los que querían que AMLO fuera presidente porque ellos votaron por él y ganaron. Los que defienden el derecho a elegir democráticamente al gobierno. Los que no querían que se repitiera otro 1988. Los que tenían, y tienen, una sana desconfianza de los aparatos partidarios de la Coalición. Los que retan al poder existente y quieren que cambie el sistema neoliberal que ha estado rompiendo el tejido social y hundiendo al país. Oaxaca.- El abajo también irrumpió en Oaxaca y tomó forma y camino con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). La capacidad de veto de ese movimiento ha sido digna de tomarse en cuenta. No importa si los que ahí participan, votaron o no (o si lo hicieron por la Coalición o cualquier otra fuerza partidaria). Eso no es lo trascendental, sino que tienen una confianza en sus fuerzas que va más allá de sus dirigentes y de las coyunturas. Esa confianza les ha permitido, hasta ahora, decidir por sí mismos sus tácticas sin ceder a las presiones externas y a los consejos de las “buenas conciencias”. Como EZLN apoyamos este movimiento y tratamos de ver y aprender a través de l@s compañer@s de La Otra que ahí luchan. Nuestro apoyo no va más allá por dos razones: una es que es un movimiento de por sí complejo, un apoyo más directo podría provocar “ruido”, confusión y recelos; la otra es que varias veces el movimiento del pueblo oaxaqueño ha sido acusado de tener ligas con grupos armados, nuestra presencia directa haría crecer la campaña mediática que ya tienen en contra. L@s Otr@s.- Y fuera de los dimes y diretes de la política de arriba, otra rebeldía se ha venido construyendo en lo más profundo de la sociedad: en los pueblos indios, entre los jóvenes maltratados por el poder (incluido el del PRD), entre los trabajadores de las maquilas, en l@s trabajador@s sexuales, entre las mujeres insumisas que viven con la angustia de que sus maridos emigraron hacia el norte, en las organizaciones políticas de izquierda que están convencidas que existe algo más allá del capital y de la democracia representativa, entre tod@s es@s que componen La Otra Campaña, que en todo el país existen, y que se están organizando e inventando otra forma de hacer política y de relacionarse con sus iguales-diferentes. La Otra Campaña no es lo que ha salido en los medios de comunicación, tampoco lo que algunos de sus participantes dicen de ella, bueno ni siquiera lo que la Comisión Sexta del EZLN ha comentado de su andar. Es mucho más que todo eso. Es un torrente que sigue abajo, que todavía no se expresa del todo, que existe y se reproduce en el sótano de México. Pero también abajo, existen millones, la mayoría, que no votaron. Que no creen en las elecciones (muchos de ellos, como nosotr@s l@s zapatistas, nunca han votado por convicción). Los que forman parte del México despreciado y humillado (y ahora el lopezobradorismo ilustrado los quiere despreciar y humillar más, achacándoles una supuesta derrota). Muchos de ellos son parte del México de los pueblos indios, que hace solamente unos años eran elogiados por su voluntad de lucha y resistencia. Con éstos últimos, con l@s que no miran hacia arriba, estamos l@s zapatist@s. Y pensamos que es con ell@s que debe estar La Otra Campaña. Porque algun@s de abajo, quienes estamos en La Otra, ya identificamos nuestro dolor y al enemigo que lo causa: el capitalismo. Y sabemos ya dos cosas centrales: Una, que para librar esa lucha se requiere de la construcción de un movimiento social-político autónomo e independiente. Y la otra, que arriba no hay solución de fondo ni para los problemas económicos y sociales que aquejan al pueblo de México, ni tampoco frente al secuestro que la clase política ha ejercido en contra de la participación y organización del pueblo. Nosotr@s, l@s zapatistas del EZLN, desde hace un año optamos por impulsar un movimiento nacional anticapitalista, y de abajo a la izquierda, que pasara por encima de la coyuntura electoral ­en el que se podía estar independientemente de lo que cada quien decidiera sobre las elecciones­. Ahora hemos visto y aprendido muchas cosas. De los de arriba, de La Otra, de nosotr@s mism@s. Pensamos que, se esté de acuerdo o no en la legitimidad o popularidad del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ése no es el camino de La Otra, y, sobre todo, no tiene el mismo destino de quienes somos compañer@s en La Otra. Nosotras, nosotros, La Otra, no buscamos quién nos dirija, ni a quién dirigir. Y no buscamos conseguir de arriba lo que se construye desde abajo. Y es a ustedes, a nuestras compañeras y compañeros de La Otra, que les queremos hacer una propuesta… (Continuará…)
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General delEjército Zapatista de Liberación Nacional.Comisión Sexta. Subcomandante Insurgente Marcos.México, Septiembre del 2006.