miércoles, junio 25, 2008

EL OLFATO DEL SUB

El olfato del Subcomandante
Eugenia Gutiérrez
¿A qué huele la guerra? ¿Cuánto duele su olor? Ha pasado medio año desde que cerca de veinte humanistas de varios países se reunieron en la Universidad de la Tierra en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Respondían a una convocatoria de la Comisión Sexta del EZLN, la revista Contrahistorias y el CIDECI y participaban en un coloquio en memoria de un gran hombre: Andrés Aubry. Cuando el coloquio estaba a punto de terminar tomó la palabra el Subcomandante Insurgente Marcos para decir: "Quienes hemos hecho la guerra sabemos reconocer los caminos por los que se prepara y acerca. Las señales de la guerra en el horizonte son claras. La guerra, como el miedo, también tiene olor.
Y ahora se empieza ya a respirar su fétido olor en nuestras tierras" (16 de diciembre, 2007). Para entonces, las Juntas de Buen Gobierno (JBG) de los cinco Caracoles zapatistas llevaban meses denunciando un reguero de agresiones contra comunidades donde viven miles de hombres y mujeres Bases de Apoyo Zapatistas. Las JBG ya nos habían informado con claridad que los gobiernos federal, estatal y locales estaban recrudeciendo la batalla para despojar al zapatismo de los territorios que recuperó en 1994, durante aquellos días en que tantos murieron luchando. Las denuncias de las JBG eran continuas, cerca de cuarenta tan sólo para 2007. Sin embargo, la advertencia hecha desde la paz de un coloquio resultó estremecedora. No hablaba un intelectual progresista que advierte, honesto, lo que es la guerra. Hablaba el guerrero que lo sabe. Su voz no invitaba a contemplar cicatrices. Iba a lo más hondo y sonaba cruda y profunda, como cuando alguien te coloca sobre una herida para que la veas tal cual es: abierta y sangrante.
Durante 2007 se llevaron a cabo tres grandes encuentros de pueblos zapatistas con pueblos de México y del mundo. Miles de personas de países diversos pudimos escuchar en los Caracoles la historia del zapatismo contada por quienes la han escrito. Sabemos desde entonces que ahora, en la autonomía y a pesar de la constante presión militar, las comunidades en resistencia de Chiapas tienen proyectos de salud que priorizan la dignidad humana y que en varios lugares se han construido clínicas de medicina general y de especialidades, acondicionadas algunas para realizar cirugías o transportar pacientes en ambulancias. Sabemos también que la juventud zapatista cuenta con proyectos de educación autónoma que abarcan desde nivel básico hasta bachillerato, incluidos los Centros Culturales de Educación Tecnológica Autónoma Zapatista (CCETAZ), o que las muchachas y los jóvenes estudiarán ciencias y humanidades cuando echen a andar su universidad, ésa que ya planean. Sabemos porque nos lo contaron y porque lo vimos que no está permitido el consumo de alcohol, en respuesta a una exigencia de las mujeres; que las comunidades zapatistas, sin recibir un centavo de ningún gobierno, cuentan con medios de transporte, bodegas de almacenamiento de granos, prácticas de comercio justo, cooperativas de pan, ganado, bordados y pollos, talleres de herbolaria y medicina tradicional, sensibilidad que reconoce lo que falta, entusiasmo para conseguirlo, radios comunitarias, viveros, campañas de vacunación y prevención de enfermedades, sistemas de impartición de justicia que buscan ser justos, comedores autónomos, oficinas de comunicación, bibliotecas. Y sabemos, como quien distingue el agua del fuego, que en las comunidades zapatistas no se siembra droga.

Hace unos días, cerca de doscientos elementos del ejército federal y la policía estatal de Chiapas irrumpieron en comunidades del Caracol de La Garrucha, llamado "Resistencia Hacia un Nuevo Amanecer". De acuerdo a la denuncia hecha por la JBG "El Camino del Futuro", el miércoles 4 de junio de 2008 llegó hasta las puertas del Caracol un convoy formado por "2 carros grandes de soldado y 3 carros chicos de soldado y 2 carros de seguridad pública, 2 carros de policía municipal y una tanqueta y un carro de PGR", al que poquito después se unió otro convoy proveniente de Patihuitz. Los habitantes del Caracol los rechazaron. Los militares les tomaron fotografías y video. Decidieron rodear el Caracol y anduvieron el camino que lleva a las milpas para dirigirse a la comunidad Hermenegildo Galeana. Según señala la JBG, los militares llevaban el rostro pintado para combate y los guiaba un policía municipal de Ocosingo llamado Feliciano Román Ruiz. A medio camino se toparon con la población civil, hombres, mujeres y niños que los rechazaron a gritos. Los soldados respondieron: "Venimos aquí porque sabemos que hay marihuana y vamos a pasar a huevos". Entonces el pueblo zapatista recurrió a piedras, resorteras, hondas, machetes y todo lo que encontró para rechazarlos. Al no poder pasar, los militares respondieron: "esta vez no vamos a pasar, pero regresamos en 15 días y eso sí a huevos vamos a pasar". Luego se movieron hasta la comunidad de San Alejandro. En su camino los soldados "dejaron pisoteado el sembradillo de maíz, que es único alimento del pueblo para vivir". La comunidad de San Alejandro también los rechazó con lo que pudo y el convoy optó por retirarse.
En este Caracol se han redactado varias páginas de la Otra Campaña, pues fue aquí donde se realizó la primera reunión plenaria (septiembre 2005) y donde inició su recorrido la Comisión Sexta (enero 2006). Además, aquí se llevó a cabo el encuentro "La Comandanta Ramona y las Zapatistas" (diciembre 2007). Este Caracol vive hoy amenazado de incursión militar bajo la acusación de que en su tierra se siembra marihuana. Y no es desconfianza sino memoria: cuando el Aguascalientes que hospedó a la Convención Nacional Democrática en 1994 se volvió emblemático, el gobierno optó por destruirlo y establecer sobre sus restos una enorme base de operaciones militares. La comunidad cercana de Guadalupe Tepeyac fue severamente castigada y conoció el dolor del exilio. El ejército federal mexicano sabe aplastar a la población civil y se especializa en población indígena. Felipe Calderón Hinojosa, presidente por capricho, parece haber clavado una chincheta roja sobre el nombre "La Garrucha" en su mapa de lugares a reprimir, mapa que ya luce muy rojo. Juan Sabines Guerrero, gobernador perredista de Chiapas, lo anima y le sonríe. Hijo del responsable de la masacre de doce indígenas en Golonchán (junio de 1980), el Sabines actual ha gobernado un Chiapas donde no sólo paramilitares sino policías a su cargo no han dejado de lastimar a la población civil en actos de violencia patéticamente cobardes: niños torturados al ir por agua al río; padres e hijos encarcelados como quien caza una presa; campesinos solos golpeados en grupo o baleados a orillas de una carretera; cortes de agua; mujeres golpeadas, humilladas; familias que ven arder su milpa; familias que ven arder su casa; jóvenes perseguidos por veredas o espiados a la puerta de su hogar para clavarles un machete en el cráneo; cortes de luz; personas de cualquier edad desplazadas en cualquier momento.
Para saber a qué huele la guerra o imaginar qué tanto duele podríamos hablar con todos ellos. Podríamos preguntarles a ellas. Quizá responderían "depende". A veces la guerra huele a la casa que te incendiaron y su olor duele tanto como los años que viviste o pensabas vivir en ella. Otras veces huele a sangre en tu rostro golpeado y su olor te duele igual que las patadas de varias decenas de hombres contra ti solito. Depende. Tal vez la guerra huele al marido que te robó la policía y duele tanto como la sentencia que, sin motivo, le ha impuesto un juez brutal. Habría que hablar con ellos, preguntarles a ellas. Cada testimonio de la violencia estatal de los dos últimos años ha sido presentado con detalle por las JBG, documentado por organismos civiles, videograbado por brigadistas solidarios e incluso recogido en documentales. Los hechos están allí, al alcance de los sentidos de quien quiera conocerlos. Cuando el Subcomandante Marcos subrayó en San Cristóbal de las Casas que podía olerse la guerra, la comunidad de La Garrucha estaba lista para recibir a miles de mujeres de decenas de países. Seis meses después, la comunidad de La Garrucha está lista para recibir al ejército de Felipe Calderón con toda su violencia. La pareja que tenía planeado casarse el 20 de junio, pues se casa. Bueno, en realidad adelanta la fiesta, la comida y el baile porque la boda será después.
Las mujeres que ya echaron a andar la nueva "Clínica Comandanta Ramona" se reúnen en el piso superior de esta construcción sobresaliente para seguir tomando su curso de salud sexual y reproductiva. El comedor autónomo alimenta sin parar a los comensales citadinos con una cocina de gas donde el fogón es historia. Las niñas visten los mil colores de siempre y los niños hacen las diabluras de costumbre. La mujer anciana que vive sola no deja de preparar los panes de maíz. El auditorio generoso que nos ha alojado no cambia su fisonomía mientras en una esquina del templete central del pueblo sobresale la figura de una enorme vigilante que mira hacia la entrada del Caracol, que aguanta sol y lluvia y que es varias compañeras en una: Emiliana Digna Ramona, la muñeca regalo entregada al Encuentro de Mujeres en diciembre de 2007, la que bailaba sin parar.
Todo indica que esta comunidad, como cualquier comunidad zapatista, espera la ofensiva militar. Y en esa espera, la comunidad sigue viviendo. Como bien dice la Junta de Buen Gobierno en su comunicado del 4 de junio: "Somos lo que ya saben hermanos y hermanas de México y del mundo".
Caracol de La Garrucha, junio 2008.
Cuando el Subcomandante Marcos subrayó en San Cristóbal de las Casas que podía olerse la guerra, la comunidad de La Garrucha estaba lista para recibir a miles de mujeres de decenas de países. Seis meses después, la comunidad de La Garrucha está lista para recibir al ejército de Felipe Calderón con toda su violencia. La pareja que tenía planeado casarse el 20 de junio, pues se casa. Bueno, en realidad adelanta la fiesta, la comida y el baile porque la boda será después.
Las mujeres que ya echaron a andar la nueva "Clínica Comandanta Ramona" se reúnen en el piso superior de esta construcción sobresaliente para seguir tomando su curso de salud sexual y reproductiva. El comedor autónomo alimenta sin parar a los comensales citadinos con una cocina de gas donde el fogón es historia. Las niñas visten los mil colores de siempre y los niños hacen las diabluras de costumbre. La mujer anciana que vive sola no deja de preparar los panes de maíz. El auditorio generoso que nos ha alojado no cambia su fisonomía mientras en una esquina del templete central del pueblo sobresale la figura de una enorme vigilante que mira hacia la entrada del Caracol, que aguanta sol y lluvia y que es varias compañeras en una: Emiliana Digna Ramona, la muñeca regalo entregada al Encuentro de Mujeres en diciembre de 2007, la que bailaba sin parar.
Todo indica que esta comunidad, como cualquier comunidad zapatista, espera la ofensiva militar. Y en esa espera, la comunidad sigue viviendo. Como bien dice la Junta de Buen Gobierno en su comunicado del 4 de junio: "Somos lo que ya saben hermanos y hermanas de México y del mundo".
Caracol de La Garrucha, junio 2008.


Campesinos y zapatistas: la estrategia del caracol

Cuando los comuneros zapatistas se despiden de alguien que conocieron y estiman, le dicen: "que este encuentro no sea el primero ni el último". Así, efectivamente, fue la reunión entre las comunidades zapatistas y las organizaciones de Vía Campesina que tuvo lugar recientemente en Chiapas. Un encuentro que viene desde diversos tiempos y espacios y que, como arroyos que convergen desde el subsuelo, las montañas o los bosques, se encuentran para formar remansos, manantiales, ríos y mares y luego convertidos en lluvia, y recorren el mundo y vuelven a ser suelo, semillas, bosque, entrañas de la tierra.
El manantial esta vez surgió en el contexto del segundo Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, realizado a finales de julio en los caracoles zapatistas en Chiapas, donde organizaciones de Vía Campesina de Asia, América y Europa escucharon los testimonios de mujeres, hombres, niños, jóvenes y ancianos de los cinco caracoles zapatistas sobre las condiciones de extrema explotación en que vivían antes de su levantamiento en 1994, sobre la resistencia colectiva y los 13 años de construcción de la autonomía indígena.
Los convocantes abrieron un espacio especial en su programa para que se presentaran las organizaciones de Vía Campesina. Lo hicieron en el lenguaje de los anfitriones: compartiendo sus canciones, sueños, historias y realidades, desde Tailandia, India, Indonesia y Corea del Sur hasta Brasil, Canadá y otros países, sin olvidar a los trabajadores rurales migrantes, herida que sangra a México y tantas naciones más.
Las realidades y los testimonios de los zapatistas y los otros campesinos se fueron entretejiendo, rompiendo la ilusión de la fragmentación, mostrando cómo la opresión tiene caras similares y complementarias por todo el globo. En todas partes asuelan las mismas trasnacionales -como Monsanto, Cargill, ADM, Coca Cola, Nestlé, Wal-Mart y otras-, que expulsan campesinos e indígenas, engullendo tierra, agua y gente, con monocultivos de soya, eucalipto, caña de azúcar y transgénicos, ahora además con renovados apoyos estatales por el impulso a las empresas de agrocombustibles. A estos despojos se suma que los gobiernos, con la coartada de las grandes organizaciones no gubernamentales (ONG) "conservacionistas" , quieren expulsar a los campesinos e indígenas tanto de Tailandia como de México o Indonesia, convirtiendo sus territorios en supuestas "áreas protegidas". Para esas ONG y las trasnacionales eso es un gran negocio, desconociendo de paso que son los indígenas y campesinos quienes tienen no sólo el derecho, sino también el conocimiento y la experiencia milenaria para cuidar realmente bosques, tierras y agua.
Igual que se quiso hacer en San Salvador Atenco, a miembros de la Unión de Campesinos de India los expulsaron de su parcela para construir el aeropuerto de Nueva Delhi. También en Tailandia, como en Brasil, la construcción de grandes represas y los proyectos mineros son a costa de la vida de indígenas y campesinos. Las políticas de "reforma agraria de mercado" impuestas por el Banco Mundial -de las cuales el Procede es una versión mexicana- son otro recurso mañoso para despojar a los campesinos de sus tierras en muchas partes.
En Asia como en América Latina, los "programas de apoyo" a los campesinos son apenas limosnas para mantenerlos controlados y divididos, así como para introducir agrotóxicos y semillas industriales; los sistemas educativos desprecian lo campesino e indígena; los sistemas de salud los discriminan, y cuando requieren atención, muchas veces son maltratados o ni los asisten y mueren en la espera, como recientemente sucedió en Huejuquilla a una muchacha huichola.
Pero también y, sobre todo, se entretejen las historias de la resistencia. La contundencia de la autonomía zapatista marcó una huella profunda en los delegados y delegadas de Vía Campesina: desde las palabras de jóvenes y jóvenas que crecieron en los 13 años de "otro mundo" -no sólo "posible", sino real- y ahora son las encargadas de muchas tareas, el tejido de los trabajos colectivos, las autoridades que realmente "mandan obedeciendo" -porque el pueblo las puede revocar en cualquier momento-, los sistemas autogestionarios de salud y educación. También las luchas de Vía Campesina encontraron un reflejo de empatía y calor en las comunidades zapatistas: "sufrimos las mismas cosas, tenemos las mismas luchas, es mucho lo que podemos hacer", expresó un compañero del caracol de Morelia. El movimiento zapatista ha sido un gran espejo que ha provocado por todo el mundo que los movimientos entiendan la situación propia al reflejarse en la lucha de los otros. Ahora los campesinos de Tailandia, India, Brasil le devuelven la imagen.
Por todo esto, este encuentro no fue el primero: más allá de las personas y organizaciones concretas, lo que se encuentra a sí mismo en otras y otros son las formas de vida campesina e indígena, que desde su complejidad y sencillez, desde su estar en el mundo con la tierra, las semillas, el agua, la naturaleza, siempre han sido y siguen siendo la base fundamental de toda la vida humana en el planeta, incluyendo la bases de toda la alimentación y medicinas que luego las trasnacionales se apropian, industrializan y vomitan en el mercado.
Además, es un encuentro significativo, porque tanto el zapatismo como Vía Campesina, en diversas formas que pueden converger, plantean visiones y acciones que van más allá del discurso casi decorativo de muchos foros internacionales. Hay mucho camino por andar, pero sin duda este encuentro, que tampoco será el último, es un viento deesperanza."
Solidaridad desde el Pais Vasco con Zapatistas
Saludos desde el País Vasco. Como Bizilur (Asociación para la cooperación y el desarrollo de los pueblos del Norte y del Sur, nos sumamos al rechazo en contra del hostigamiento a las comunidades zapatistas.
Un saludo,


Contra el hostigamiento en Chiapas
Por medio de la presente los abajo firmantes manifestamos nuestro rechazo a la presencia del Ejército Mexicano en comunidades Zapatistas, presencia que en últimos días ha ido en aumento.
El pasado 4 de junio más de 200 elementos del Ejército Mexicano, de la PGR , de la policía estatal y municipal incursionaron en parte del territorio Zapatista de La Garrucha bajo el argumento de buscar plantíos de marihuana (cabe recordar que la siembra y consumo de droga en territorio Zapatista esta prohibido pos sus mismas leyes). Dicha acción representa una provocación a las Juntas de Buen Gobierno, a los Municipios Autónomos, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a las comunidades que los apoyan. Dos semanas después, el 18 de junio, 70 elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP), apoyados por 30 personas vestidas de civil ingresaron en 4 camionetas de PEP, 3 vehículos de tres toneladas y 8 caballos, a la comunidad de Cruztón, Municipio de Venustiano Carranza, Chiapas. Los policías portaban armas y pistolas de alto poder, los civiles iban armados con palos y machetes. Manifestamos nuestra preocupación por estos actos de amenazas, hostigamiento, por las incursiones de civiles, policías y militares a las comunidades zapatistas y ante la posibilidad de que estas se repitan en las mismas comunidades o en otras dentro del Estado de Chiapas.
Rechazamos la salida militar que se pretende dar a las justas demandas del EZLN, solicitamos que se privilegie el dialogo y la negociación, evitando actos de violencia y el uso desproporcionado o indebido de la fuerza pública.
Exigimos:
¡Respeto a la autonomía de los pueblos indígenas!
¡Cese inmediato a todo tipo de agresiones contra las comunidades Zapatistas!
¡Retiro inmediato del Ejército Mexicano de las comunidades chiapanecas!
Firman: 156 personas y 28 organizaciones de México, Honduras, Argentina, España, Francia, Reino Unido, Bélgica, Chile, Guatemala, El Salvador, Colombia, Uruguay, Paraguay, Suecia, Dinamarca, Venezuela, Portugal, Suiza, Alemania, Austria y Estados Unidos.